(Una aclaración: este relato no tiene nada que ver con la temática de este blog. Este relato está dedicado a una persona que se ha ido hoy. Es mi pequeño homenaje. Es como si se lo debiera, aunque no la conocía mucho, su historia me ha atrapado tanto que me siento parte de ella....entiendo que no la lean....que la dejen a la mitad....seguramente yo también lo haría.)
Un pasillo, no era largo, lo suficiente.
Habitaciones y olor a desinfectante, el color frío
de los fluorescentes, y una sombra errante que pasea sin rumbo de la 620 a la
650…
Algo te aprieta el corazón, y yo que tengo callo en
el alma, empiezo a temblar como una niña en la oscuridad.
No se a donde voy, pero el instinto me lleva sólo,
en la puerta un cartel “acceso restringido”, dentro ….silencio.
Hipnotizada, delante de la puerta, no me atrevo ni a
tocar. A veces es mejor recordar.
Ella está peleando por su vida, es una lucha sin
tregua….su cuerpo se resiste a ser dormida, a ser olvidada, sabe que su hijo no
la recordará. Debe ser su madre siempre.
Y se pregunta…¿porqué no me dejan darle el último
abrazo?
Y grita….NO ME DUERMAN…pero lo grita con el alma,
pues de su garganta no sale sonido, ya no hay fuerzas ni aire para mover las
cuerdas vocales.
Piensa en todo lo que quiere decir, sin mirar ve a
toda esa gente que entra y sale de su cárcel blanca, insípida, desinfectada. Y
da recados, da órdenes….le dice a su marido que no abandone a su hijo, que lo
ame, que no la olvide y que le hable de ella. Pero la realidad es que ella está
inmóvil y todo su discurso se traduce en …AGUA…..cada media hora abre sus ojos pregunta la hora y pide agua…..
Cada media hora…
Cada media hora….
Entra la enfermera, lleva dos grandes jeringas con
un líquido naranja….son enormes. Ella ve ese líquido de la muerte, lo huele,
como un preso condenado a muerte, a la inyección letal. Inmóvil y presa de sí
misma se pregunta….¿cuál ha sido mi pecado?
Lentamente repasa su vida. Y decide quedarse con el
momento en que da a luz a su único hijo, es feliz, se agarra a ese sentimiento,
hasta que de pronto el pánico se le agarra a su piel como un gato asustado.
Ahora quiere llorar, pero se da cuenta de que no
tiene lágrimas, ni siquiera tiene la sangre suficiente para dar calor a sus
mejillas. Su corazón está engangrenado por esa maldita enfermedad que como el
mejor de los okupas, se ha instalado definitivamente en él.
Ahora su madre entra …está maldita como ella.
En ese limbo en el que el cuerpo se debate entre la
vida y la muerte (es mentira eso de que el limbo no existe) ella la ve casi
transparente, símbolo de que pronto estarán juntas allá donde quiera que se
vaya uno al abandonar el cuerpo…cuando su madre entra, su espíritu se calma
unos instantes, el cuerpo se relaja y el dolor se mitiga. La presencia de su
mama es mejor que cualquier chute de morfina.
Morfina….da sueños intranquilos, alivia, pero la
mente la activa, abre puertas hacia mundo sórdidos. Ahora bichos, luego
escaleras larguísimas, las cuales debe de subir superando pruebas…cada escalón
una prueba, ella abre los ojos y dice que arriba en el último escalón tiene la
certeza de que estará bien…lo sabe y se esfuerza por superar las pruebas. Pero
primero tiene que despedirse….
Despedirse….hay algo más triste?
Despedirse….cuando no te quieres ir
No….
NO
Y la enfermera entra…y luego el médico, que charlan
con los familiares….inquietos, pues esas jeringas de color naranja no ha sido
suficientes para inducir el coma de la paciente.
Es que nadie se da cuenta???....no se quiere ir.
Quiere agarrarse a la vida, quiere sentir el dolor de la muerte, quiere irse
dando gritos, pataleando, llorando como una niña desconsolada…no quiere una ida
dulce de sueños narcotizados.
Pero resulta que el protocolo es el protocolo, no
hay que sufrir. Hoy todo es insípido e indoloro. Hoy todo es gris medio.
Hoy se ha ido.
Hoy he querido hablar por ti….aunque casi no te conocía.
Hoy te digo adiós en público.
.
Adios linda.
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